Máquinas y chips
No son un invento moderno. Desde las primeras civilizaciones humanas conocidas, las tecnologías mecánicas para la construcción, el transporte o la logística de los canales también servían para dar vida a las estatuas de los dioses. Así nos lo indican los testimonios de figuras animadas de algunos templos egipcios.
De los griegos sabemos que desarrollaron mecanismos para animar figuras, hacer manar el agua, etc. Pero es la Europa moderna de la Revolución Industrial la que abre las puertas a una utilización cada vez más precisa de las máquinas para animar figuras en los escenarios. Los avances en relojería promueven la aparición de sofisticadísimos autómatas, que están presentes en todas las cortes europeas de los siglos XVII y XVIII. Simultáneamente, en Osaka, Japón, aparecen los teatros mecánicos del Karakuri Ningyo.
Hoy, muchos de los titiriteros y compañías de teatro se sirven de las máquinas y la robótica para crear personajes y efectos visuales, con nuevos materiales y aprovechando los actuales avances en inteligencia artificial.