Nudo de artes

El teatro visual, de objetos y de títeres es un género de géneros en el que confluyen múltiples lenguajes provenientes de la plástica, la música, la danza, la ópera, la literatura, el circo, la iluminación, la robótica, la poesía, la interpretación… Y buena parte del teatro contemporáneo incorpora elementos de este género.

Pintores y escultores siempre se han sentido atraídos por las figuras animadas. El futurismo las acogió completamente, así como otras vanguardias del siglo XX. En Cataluña, ya Rusiñol, Utrillo, Casas y Pere Romeu se interesaron por el teatro de títeres catalán y el teatro de sombras. Salvador Espriu se inspiró en la estética de los títeres para crear algunas de sus obras, como la Primera Història d’Esther, en una línea similar a la de Valle-Inclán.

En los años setenta, Joan Miró colaboró con La Claca para crear los títeres de Mori el Merma. También Joan Brossa se sintió fascinado por las figuras, y sus poemas-objeto participan de ese mismo universo.

La ópera y los títeres han tenido siempre una relación muy estrecha, ya desde Haydn y Mozart. El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla, se estrenó con títeres de Hermenegildo Lanz, cuyo nieto, Enrique Lanz, presentó modernamente una versión de esta misma obra en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con figuras gigantes. Otras compañías han trabajado en el campo de la ópera, como Per Poc, bajo la dirección de Santi Arnal; el Centre de Titelles de Lleida, dirigido por Joan-Andreu Vallvé, o La Fanfarra, en colaboración con el compositor Joan Albert Amargós. Creadores como Carles Santos han puesto siempre la creación al límite buscando un lenguaje que tratara por igual imagen, objetos, composición espacial y sonido. La Fura dels Baus es la otra gran compañía que ha explorado los mundos de la ópera desde la perspectiva titiritera.

EL TEATRO DE OBJETOS

El teatro de objetos es hoy una de las vertientes más exploradas por los investigadores escénicos. De algún modo, responde a la necesidad que tenemos de convivir con un entorno cada vez más desmitificado y banal que nos empuja a querer dar vida y sentido al vacío de los objetos que nos rodean.

Cuando les dedicamos tiempo y atención, los objetos se cargan de la subjetividad que les damos a escondidas. Y de ser simples cáscaras muertas se convierten en unos seres llenos de vida y de sentido. La libertad de proyección que tenemos con los objetos nos abre campos insospechados de dimensiones dobladas que nuestra interrogación permite descubrir.